¡Qué le han hecho a mi Palencia!
Este Palencia no es el mismo. ¿Qué le han hecho? ¿Qué le han dado? De repente, comenzaba a apagarse, se le veía como más decaído. “Son las circunstancias, si el Palencia es la leche”, decían algunos doctores. Pero, oye, pues va a ser que no. Empezó a ponerse más pachucho, cada vez peor, cada vez peor... Algunos sí creían en esos juicios de los médicos y se aplicaban el “¡Bah, si seguro que no es nada, déjale estar!” Bueno, pues déjale, déjale... y mira al final lo que pasa, ahí está, en la camilla del hospital, y es que no se puede hacer nada por él. El que sepa rezar, que rece y esperar a que se recupere. A lo mejor le viene bien pasar por la UVI: igual con el miedo se espabila y recupera la fortaleza. O, a lo mejor, Dios no lo quiera... No, mejor no decir nada. No vamos a pensar en lo que no deseamos.
Nadie sabe muy bien qué hacer con él, quizás porque es poco lo que se puede hacer. Igual hay que extirparle algo, pero nadie sabe si el remedio acabaría siendo peor que la enfermedad. Parece que tiene un tumor, pero no acaba de verse con claridad si la solución pasa por extirparlo. Quizás no haya forma de reconstruir la zona afectada, o tal vez no haya manera de sustituir el tejido dañado y lo prudente sea una inyección letal de espabilina a ver si así se puede ir tirando.
Las visitas se suceden: unos le susurran al oido: “Vamos, que de ésta sales, campeón”. Les hay que miran con desconfianza: “Algo habrán hecho contigo para acabar donde estás”, aunque luego agachan los ojos y, en el fondo de su corazón, está deseando que el Palencia se recupere. Otros le miran, se desesperan, resoplan y guardan silencio, tensos, a la espera de un nuevo parte. En realidad, todos le queremos.
¡Ay, que mi Palencia se me va! ¿Pero es que de verdad nadie puede hacer nada por él? ¡Que alguien haga algo, porque en estos casos, al final, el que sufre, es el que de verdad le quiere al enfermo!
El artículo lo recogen los amigos de www.cfpalenciaco.com.